2 ago 2012

cuerpos obedientes * parte II







Mientras medio mundo muere de hambre, el otro medio parece caer rendido ante las curvas.

Desde hace unos años las campañas de Dove son conocidas, con una calurosa acogida por parte del público femenino, por mostrarse comprometida con las frustraciones y problemas de autoestima sufridos por las mujeres, como consecuencia de la presión ejercida y promovida por los de siempre; los del sector de la moda. Su lema; por la belleza real. Dove se muestra socialmente responsable y, por supuesto, vende.  

Pero ¿qué vende? Miro sus campañas más emblemáticas y sólo veo mujeres redondeadas, acogedoras, afables, de prominentes caderas y poco músculo. ¿No habíamos empezado hablando de mujeres reales? ¿la realidad no se caracteriza por la diversidad? ¿por qué, entonces, son todas ellas iguales?. Echo de menos a las angulosas, las muy menudas, las musculadas, las peludas, las vigorosas… De hecho, para parecerse a la realidad les faltan todas aquellas que no son extra femeninas. 

Perdiéndome en la red descubro que Dove cuenta con una fundación para la autoestima. Promueve acciones que fomentan la autoestima femenina, dice. Así, este año lanza una aplicación a través de la cual, puedes cambiar los mensajes hostiles que solemos recibir las mujeres, por otros que nos ayuden a sentirnos mejor. Mi favorito, "ese vestido te queda muy bien"… ¡justo lo que necesitaba escuchar!

La marca también tiene una amplia gama de productos. Anticelúliticos, reafirmantes, cremas proage, autobronceadores… para que los uses mientras encuentras tu autoestima. Para ellos, acaba de lanzar una línea que incluye sólo desodorantes y geles de ducha. Por lo que parece, las mujeres pueden revelarse contra los designios de la moda, pero no contra su condición de mujer. 

Periodistas, sociólogos, expertos, biólogos, marcas, colectivos de todos los colores han hecho frente común para responsabilizar a la moda de la presión ejercida sobre las mujeres y se han lanzado a reivindicar las curvas como estandarte de la feminidad. "Una mujer real" a cuerpo 50 encabeza un extenso artículo publicado en un suplemento reciente de El País. " Las tallas grandes son más que una moda; tiene justificación antropológica" sentencia el titular. El artículo recoge un sinfín de argumentos escuchados hasta el aburrimiento insistiendo en la idea de que a las mujeres nos define la maternidad. La naturaleza nos hizo así para poder hacer lo que hemos venido a hacer; parir. Nuestro cuerpo está rodeado de más grasa que músculo para garantizar la evolución. Hay aportaciones fantásticas como que las mujeres tendemos a acumular grasa como ventaja evolutiva en caso de hambruna. 

Lo mejor llega cuando la periodista recoge una serie de estudios encaminados a justificar que el gusto por las mujeres curvilíneas no es una cuestión cultural sino ¡algo universal!. La preferencia de los hombres heterosexuales por esta tipología de mujer esta orientada a favorecer la descendencia. Hay un valiente que va más allá y dice  que a ellos les gustan las caderas y pechos grandes, pero no una barriga rebosante porque "una hembra de vientre abultado era sospechosa de estar en estado de buena esperanza".  Me ha convencido. Como dice Carmen Posadas Rindámonos de una vez a la evidencia,los hombres, todos ( transcribo literalmente), las prefieren redondas, por no decir gordas. ¡Si!¡Rindámonos!… y por favor, ciñámonos a lo que se espera de las que tenemos rajita. 

Millones de palabras vertidas para seguir perpetuando géneros, pretendiendo que experimentemos nuestro cuerpos como destinos biológicos y negándonos, una vez más, la autonomía vital que la suficiencia física confiere. 

Últimamente, pienso a menudo en que el modo en que experimentas tu cuerpo es el modo en que experimentas el mundo.