29 feb 2012

¡feliz nueva TU!




La publi que puede ofrecerte una empresa que sigue tirando de flyers de papel con una gráfica espantosa ya, de entrada, no apetece. La cosa empeora cuando leo... 
"CURVES. ¡Feliz nueva TU!".

Claro, para chicas, Curves. Toda una declaración de intenciones y además, "Divinity" estaba cogido. Este gimnasio presume de ser N1 mundial en ejercicio para mujeres. ¡Horror! ¡Hay más! ¡No es un despropósito aislado! Quisimos colegios mixtos y ahora nos ofrecen... ¡gimnasios diferenciados! (Nótese, de paso, que para que algo sea mixto tiene que reunir dos cosas diferentes, como el queso y el jamón de un sandwich. Empezamos mal, la modernidad o está mal formulada o no era tan moderna).

Según dicen, es un método de ejercicio único en 30 minutos. No es una cuestión de tiempo porque sino sería un gimnasio para "gente con poco tiempo" y este es un gimnasio para mujeres. Entonces, ¿porqué sólo 30 minutos? ¿Se supone que a las mujeres no les gusta hacer ejercicio y sólo lo hacen por adelgazar? ¿Su biología se lo impide? No, no... claro, lo que pasa es que si haces más de 30 minutos ¡te sale músculo!... y los músculos, en un sitio como éste, deben ser una especie de travestismo. 

El panfleto (ya no es un flyer, es un panfleto) prosigue diciendo que a él acuden mujeres de todas las edades, y... también lo hacen aquellas que padecen de hernias, lumbalgias, osteoporosis, artrosis... ¡No me extraña que sea número uno mundial! Lo mismo sirve para una chica de 20 con complejos, para una treintañera con depresión o una cincuentona con hipertensión. Para rematar, dice que... "nunca estás sola, ¡siempre hay unA monitorA contigo!". Desde luego, el sitio en cuestión debe dar bastante miedito para querer quedarte sola... lo deben decir por eso ¿no?

Pronto me entero de que en Curves llevan muy al pie de la letra eso de "mens sana in corpore sano", así que también estimulan el intelecto y, para eso, cada tanto, una de las allí presentes debe dejar de hacer ejercicio para salir al centro y formular a sus compañeras (porque aquí también se fomenta eso de la solidaridad femenina)... ¡una pregunta de trivial! ¡Planazo! Y el día que se encuentran perezosas... ¡juegan a las películas! Sí, sí, ése en el que tienes que adivinar de cuál se trata.

En fin... sencillamente alucinante.

27 feb 2012

¿Tu o Yo?



En el metro rara vez leo: muchas personas obligadas a compartir espacio siempre dan mucho de sí. 

Esta mañana  he tenido suerte; asiento libre y cale. No he tardado en volver a quedarme suspendida, como boca abajo,  soñando con el segundo café sin haberle dado al primero tiempo para hacer su efecto. Una pareja muy mayor se ha sentado cerca de mí, en el área reservada a sillas de ruedas, carritos de niño y ancianos. Deben ir a algún médico, a un especialista. El de cabecera suelen tenerlo cerca de casa. Se hablan y se miran de un modo que me enternece. Alguien masculla algo a mi lado sacudiéndome la ternura.  Me levanto para ceder el asiento a una  señora enorme que tengo de repente a mi lado. Las dos no cabemos en dos asientos.

El ambiente ya es asfixiante cuando llegamos a la siguiente estación. Se abren las puertas y veo a contraluz a 3 mujeres armadas. Son madres!. Mujeres armadas con esos carritos cada vez más cerolíticos. Cada uno juega a ser moderno a su manera y esos carritos parecen ser como un pase súper VIP que les permite entrar en cualquier lado. Tener cochecito es tener carta blanca. Entran como un tifón disfrutando de su cuota de poder. Aguanto la respiración, contando los segundos entre el rayo y el trueno. Las madres resoplan al comprobar que no son las únicas con trato preferente. Las señoras mayores, merecedoras de casi todo, también resoplan. Cruzo la mirada con un chico tan poco VIP como yo que ya no acierta a colocarse para facilitar espacio.

Siguiente parada: más madres con carritos y una ya no cabe. El ambiente se caldea. Las de la puerta despotrican, empujan quejándose de que los “chavales” de los asientos reclinables no se levantan para dejarles espacio. Al fin y al cabo, ¡van con niños!. Son ancianos, les digo, hoy hay muchos. La madre que se ha quedado fuera ruge pestes mientras piensa en lo difícil que es todo para una madre. Ella sigue empujando. No debería usted subir, ya no cabe nadie más, le digo. Sus amigas, las que sí han conseguido imponerse al espacio y sus normas físicas, me miran como si hubiesen visto al diablo.

Decido bajarme. Me toca.  Al fin y al cabo, ni soy vieja, ni soy gorda, ni madre y además soy fumadora.

# Texto publicado por Miss&Mister AA/ N.04. WHITE TRASH               (missandmisteraa.blogspot.com) #

12 feb 2012

# La rajita #



El primer tramo de metro que recorro antes de sumergirnos bajo tierra es el único momento al día en que puedo ver el horizonte. Lo que dura el tramo viajo absorta y relajada, ajena a lo que el día pueda depararme. Estoy en ese divagar cuando oigo una vocecita que me dice: "Oyeeee, ¿tú tienes rajita?". 

¿Perdona? ¿Rajita?. Miro a mi costado. Una personita pálida como la mañana me mira y espera severa un respuesta por mi parte. "Sí, tengo rajita". Me mira de arriba abajo como si no terminase de creerme, como si no terminase de entender. Está aterida. Pienso en que no es el frío sino su descubrimiento lo que la ha debido dejar helada. ¡Ya sabe que tener rajita significa algo! Hasta hoy, su cuerpo con su rajita han sido materia sin significados.  Hasta hoy, los chicos y las chicas se distinguían por el nombre. Hasta hoy, en el mundo había niños y mayores. Pero el acto de investidura de la rajita lo ha cambiado todo. Hoy, el mundo se divide en chicos y chicas. Hoy, su cuerpo significa cosas con imposibilidad de elección, sin derecho a autocrearse. Le toca ser chica. 

Sigue diseccionándome con la mirada. Ahora que sabe que es chica quiere saber como son y busca elementos comunes. Sé que lo hace. Yo también lo hice. Sonrío. Mi aspecto deliberadamente ajeno a esas categorías no le está siendo de gran ayuda y eso me divierte. Al verme sonreír, ahora "ella" también sonríe. "La rajita es sólo una rajita" le digo y vuelve a sonreírme. 

De repente la magia del momento se ve interrumpida por su madre que le da la mano y la separa de mi y la sienta en su regazo. De repente, el metro se convierte en subterráneo.