21 may 2012

Boring youth




De lunes a sábado devoro la actualidad con el mismo frenesí con el que me enganché a The Walking Dead. Me sublevo, despotrico, irrito y me irrito. Los domingos por la mañana, mientras disfruto de las terrazas aún vacías y toda la prensa a mi disposición, comprendo que todo es, simplemente, viejuno.

Siento que algo va muy mal cuando leo las declaraciones de una de las indignadas más de moda. Dice que su pelea es hoy la misma que tuvieron sus padres; habla de los derechos de la clase trabajadora. Esto es demasiado vintage para mí y no puedo evitar pensar que, además, no puede funcionar.  ¿De verdad? ¿Clase trabajadora? Mi abuelo iba a trabajar a una fábrica, mis padres a un despacho y yo llevo mi trabajo en el bolso. En pleno siglo XXI, ¿tiene algún sentido seguir hablando en esos términos?

Los avances tecnológicos sirven para algo más que para convocar manifestaciones vía facebook. Muchos de los trabajos que desempeñamos podemos llevarlos a cabo con la misma eficiencia sin personarnos en nuestros puntos de trabajo. Recientes estudios realizados en EEUU afirman que en un sólo día de "teletrabajo" podrían ahorrarse hasta 423.000 toneladas de emisiones de gases, el equivalente a lo que supondrían 77.000 coches menos en la carretera a lo largo de un año. ¿Por qué seguimos atrapados en escollos como la reducción de los días de baja o la permanentemente improbable conciliación familiar? En su lugar, ¿por qué no insistimos en la inutilidad de tener que fichar?

Y digo más, ¿no deberíamos estar cuestionándonos el concepto de trabajo en sí mismo? Pensar que peleamos por trabajar 8 horas diarias y un mes de vacaciones durante toda nuestra vida... me parece aterrador y profundamente conservador, tengamos derecho a más o menos días de baja. ¿No deberíamos estar hablando de otros modelos de sociedad en la que no se trabaje por necesidad? ¿Por qué hablamos de paro en lugar de hablar del fin de la esclavitud del trabajo? Tenemos los recursos para hacerlo. Las generaciones más jóvenes no estamos cumpliendo nuestra función social si nos limitamos a repetir lo que ya dijeron nuestros padres. Proponer nuevos modelos no es sólo nuestro derecho, es también nuestra responsabilidad; pero no creo que podamos construir nuevos modelos si partimos de los mismos presupuestos. 

Esto nos pasa por hablar de ladrillos en lugar de hablar de edificios genómicos. 


post# el más moderno... ¡un abuelo! Jacques Fresco.